En la actualidad las dietas hiperprotéicas están muy de moda. Casi a diario oímos hablar de la dieta Dukan y de la Pronokal, aunque una de las más importantes antecesoras fue la famosa dieta Atkins cuyo creador, por cierto, murió padeciendo obesidad y diabetes.
Estos tipos de dietas se suelen llevar a cabo sin supervisión por parte de un especialista, aunque se avise constantemente de cuáles pueden ser sus consecuencias para la salud. Es más, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) considera que no hay pruebas científicas que asocien el consumo de proteínas con ventajas en el control del peso corporal. Es decir, la pérdida de peso viene dada por una reducción de calorías más que por el tipo de alimentos consumidos.
Para empezar, una alimentación con un aporte de hidratos de carbono muy limitado provoca un aumento de cetona –también llamada cetosis–, lo que conlleva una serie de efectos secundarios como sensación nauseosa, pérdida de apetito, halitosis, cefalea, mareos e insomnio. Además se produce un aumento de la concentración de ácido úrico, pudiendo provocar gota y otros problemas a nivel hepático.
En cambio, una dieta muy rica en proteínas aumenta la eliminación de líquidos por la orina con el fin de eliminar los residuos producidos por ellas mismas. De esta manera, no solamente podemos llegar a tener graves problemas a nivel de riñón –como la formación de cálculos renales o una insuficiencia–, sino que también causa estreñimiento. Y vale la pena mencionar aquí que un estado de estreñimiento prolongado puede ocasionar problemas importantes como un posible cáncer de colon, en el peor de los casos.
Si pensamos en todo lo que dejamos de comer siguiendo una dieta hiperprotéica nos puede llevar a carencias en vitaminas y minerales. Por todo esto está totalmente contraindicada en todas las etapas de la vida, y más todavía en menores de 18 años o mayores de 65, en las etapas de embarazo o de lactancia y/o en el transcurso de alguna enfermedad.
La carne roja es una de las principales fuentes de hierro de nuestra alimentación, pero si la consumimos en exceso puede ser la causa de padecer enfermedades cardiovasculares, cáncer o diabetes. Es por este motivo que se desaconseja su consumo más de 1 o 2 veces por semana. Como alternativa, tenemos a nuestra disposición la carne de pollo, pavo, conejo, pescado blanco, pescado azul o incluso las legumbres.
Ahora que se acerca el verano, miles de personas desean perder peso pero, ¿a qué precio? La importancia de llevar a cabo una alimentación saludable está fuera de toda duda, así que seguir una dieta hiperprotéica –que con certeza aumenta el riesgo de mortalidad–, es una decisión que antes se tiene que meditar. Y mucho.
